Cáritas en Sínodo, por una Iglesia en comunión

Cáritas en Sínodo, por una Iglesia en comunión

Publicada: 13 abril, 2022

El 31 de marzo todas las personas que formamos Cáritas (voluntarias, trabajadoras y participantes) disfrutamos de un entrañable encuentro comunitario y un paseo compartido en pequeños grupos por el parque de las Mártires. Aprovechamos el recorrido para dialogar y escucharnos, reflexionando sobre nuestra experiencia dentro de la Iglesia más allá de nuestro ser creyentes o nuestro rol en Cáritas.

Caminar juntas y compartir la mañana permitió revincularnos después de tanto tiempo distanciadas. Una magnífica oportunidad para seguir construyendo comunidad y para fortalecer la participación de todas las personas que formamos parte de Cáritas.

Escuchamos y tomamos las palabra

Las personas que participamos en Cáritas nos sentimos en general escuchadas dentro de la organización, aunque con ciertos matices dentro de la Iglesia. Hay personas que consideran que las mujeres no son suficientemente escuchadas dentro de la Iglesia, a pesar de contar con espacios y momentos para la escucha.

En Cáritas tenemos grupos de trabajo donde vivir el compañerismo. Eso favorece la escucha. Hay personas que verbalizan cómo en Cáritas han encontrado un espacio en el que sienten la mano tendida en los momentos difíciles, donde siempre están cuando se necesita. Se echan en falta en la Iglesia más espacios de encuentro para la escucha, los que existen son muy formales (celebraciones litúrgicas) y es muy difícil escuchar a otras personas.

Participación y celebración

Formamos parte de Cáritas y de la Iglesia. Participamos en los grupos de los proyectos, en los equipos parroquiales y en encuentros comunitarios, aunque nuestro nivel de motivación en estas participaciones no siempre
sea el mismo. Participamos siempre en la medida de nuestras posibilidades, pero si no contamos con espacios abiertos es muy difícil participar y nos limitamos a estar. En Cáritas no se limita la participación por nuestra procedencia.

En Cáritas nos sentimos invitadas a celebrar y participamos en las celebraciones en la medida en que nos sentimos parte de la familia que celebra. Las celebraciones son espacios donde transmitir valores de generación a generación, y donde se procura compartir alegría, esperanza y acogida. Si la celebración es demasiado formal, se pierde el sentido y el significado cambia. Hay que apostar por celebrar más libremente, sin ataduras.

Con todas las aportaciones, sensaciones y reflexiones que surgieron durante esa entrañable jornada, creamos un corazón de esperanza y sueños, que refleja lo que esperamos y queremos. Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión.